El silencio cobra para Tres el valor de una utopía, con las connotaciones revolucionarias que en la actualidad ha adquirido este término. Es bajo este punto de vista como conviene encuadrar las acciones artísticas de Tres, manifestaciones siempre de un proyecto integral de cambiar la vida, de proponer un nuevo campo de relaciones para el individuo. En este sentido, las acciones artísticas de Tres enlazan con las más radicales vanguardias, pero también con las actitudes características de los misioneros y predicadores, de los proselitistas convencidos, interesados en ganar adeptos para una causa que se propone y que reclama logros colectivos.
Muestra afinidad con el cartelismo propagandístico. Estos grandes retratos, acompañados en todos los casos por palabras o frases que actúan a modo de lemas, de premisas, de eslóganes, evocan los carteles que suelen emplearse en las campañas políticas o comerciales, también en los anuncios de conciertos, de conferencias, de grandes eventos culturales. El tratamiento muy contrastado de la imagen, su seductor efectismo, apuntan a captar la atención del espectador y a impactarlo, y lo hacen mediante una calculada relación entre eficacia y economía de medios (una sola figura, un fondo plano, blanco y negro). Tres se sirve de estos “carteles silenciosos” con propósitos, por así decirlo, divulgativos.
El trabajo de Tres sugiere una afinidad, con los grandes retratos de famosos que Andy Warhol convirtió en fetiches de la postmodernidad, y que no han cesado de inspirar a toda una legión de publicistas, diseñadores e interioristas. Convierten en fetiches silenciosos las figuras de las personalidades de las que tendenciosamente se apropian, para invocar y al mismo tiempo ilustrar una tradición enormemente rica y compleja, como es la del silencio en el transcurso de la modernidad. Hay algo, en estos trabajos, que invita a asociarlos a los retratos de gente ilustre, incluso a los pósteres de cantantes o de artistas de cine. Así ocurre en cuanto se trata, en un caso como en otro, de objetos de culto, lo cual justifica que pueda hablarse de esta serie como de un muy particular “santoral” del silencio, irónico y reverente a la vez.
Cada uno de los retratos corresponde a un silencio distinto, Tres juega muy intencionadamente con la polisemia del concepto, y es con espíritu lúdico pero sobre todo abierto como se atreve a invocar a grandes y sesudos teóricos del silencio, Mallarmé, Beckett, Klein.