Obra
Autor

Boltanski, Christian

Año

1991

Técnica

Cajas de lata, fotografía a las sales de plata, cartón y lámparas eléctricas

Año de adquisición

1992

Tipo de objeto

Instalación

Dimensiones totales

288 x 46 x 238 cm; 2380 cajas: 12,1 x 21,8 x 23, 3 cm c/u

Créditos

Colección MACBA. Fundación MACBA

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Esta escultura está compuesta por cajas de metal, a modo de archivadores viejos y apilados que forman un pasillo estrecho con lámparas de oficina en su parte alta. Cada caja tiene una fotografía de un hombre o una mujer, recuperada por el artista de obituarios de los periódicos suizos. Boltanski ha creado con frecuencia estructuras de elementos repetidos, casi idénticos, para sugerir un archivo casi infinito de los muertos. La escultura evoca las burocracias mundanas de la mortalidad, el contraste entre lo institucional y lo personal, entre la memoria y el olvido. En palabras de Boltanski: «No hay nada más normal que una persona suiza… Por eso, todos estos muertos son, sencillamente, todavía más aterradores. Son nosotros».

«La muerte es evidentemente y desde siempre uno de los grandes interrogantes humanos, uno de los grandes temas de reflexión para los artistas. Es realmente tan extraño morir, sobre todo si, como en mi caso, uno no es creyente. En las sociedades tradicionales, la muerte era algo menos problemático porque la idea de progreso no tenía la misma presencia, y la supervivencia del grupo o de la familia era más importante. Lo que me ha interesado –y de eso he intentado hablar– es lo que yo llamo la pequeña memoria. Es lo que nos diferencia a unos de otros. La gran memoria se encuentra en los libros de historia, pero la acumulación de pequeños saberes que todos tenemos dentro constituye lo que somos. Sé que en esta lucha que he emprendido no hay esperanza. Alguien dijo: “Hoy, morimos dos veces: una primera vez en el momento del fallecimiento, y la segunda cuando nadie te reconoce ya en una fotografía.” A menudo elaboro listas de nombres (Suisses morts, ouvriers d’une usine du nord de l’Angleterre au XIXème siècle, artistes ayant participé à la Biennale de Venise…) porque tengo la impresión que decir o escribir el nombre de alguien le devuelve la vida durante unos instantes; si lo nombramos es porque reconocemos la diferencia».
Christian Boltanski, 1996.

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